<p>Las técnicas científicas del siglo XXI aplicadas a los restos humanos y artefactos del pasado están permitiendo aclarar e incluso reescribir capítulos de la historia. Uno de los protagonistas indiscutibles fue Napoleón y entre sus campañas más famosas destaca la invasión de Rusia por parte de las tropas francesas en 1812.</p>
El análisis de los restos de 13 soldados exhumados en Vilna (Lituania) encuentra dos agentes infecciosos que causan fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente respectivamente, pero no halla rastros de tifus, la enfermedad que se creyó que más padecieron durante esa campaña que diezmó al Ejército francés
Las técnicas científicas del siglo XXI aplicadas a los restos humanos y artefactos del pasado están permitiendo aclarar e incluso reescribir capítulos de la historia. Uno de los protagonistas indiscutibles fue Napoleón y entre sus campañas más famosas destaca la invasión de Rusia por parte de las tropas francesas en 1812.
Esa campaña supuso un punto de inflexión en las guerras napoleónicas: ese verano, la Grande Armée de Napoleón, que llegó a tener más de 600.000 efectivos, se dirigió hacia Moscú pero en octubre comenzó una retirada que concluyó en diciembre con su ejército diezmado. Durante décadas, los historiadores han debatido sobre los factores que contribuyeron al declive del Ejército de Napoleón. Los documentos históricos sugerían que la mayoría de militares murieron de hambre, de frío y de tifus pero un nuevo análisis realizado ahora por científicos del Instituto Pasteur de París añade otras enfermedades que sufrieron durante la travesía, y que habían pasado desapercibidas hasta ahora.
Los relatos de médicos y oficiales sugerían que los soldados que participaron en el fallido intento de conquistar Rusia sufrieron con frecuencia tifus, una enfermedad infecciosa común en los ejércitos de la época. El descubrimiento de piojos humanos -el principal vector del tifus- en los restos de los soldados de Napoleón, y el ADN de Rickettsia prowazekii –la bacteria responsable del tifus- reforzaron esta suposición.
Sin embargo, un equipo de investigadores de la Unidad de Paleogenómica Microbiana de este instituto se propuso investigar qué patógenos en concreto podrían haber causado brotes de enfermedades infecciosas que contribuyeran a la retirada de las tropas francesas. Para ello, extrajeron y analizaron el ADN de 13 soldados del ejército de Napoleón, exhumados en Vilna (Lituania) en 2002 durante unas excavaciones arqueológicas dirigidas por investigadores de la Universidad de Aix-Marsella.
Posteriormente, emplearon modernas técnicas de secuenciación aplicadas al ADN antiguo para identificar agentes infecciosos. Su investigación no halló huellas de tifus pero encontró las firmas genéticas de dos patógenos: Salmonella enterica subsp.enterica (serovar Paratyphi C), responsable de la fiebre paratifoidea, y Borrelia recurrentis, que causa la fiebre recurrente. La fiebre paratifoidea es una enfermedad infecciosa intestinal mientras que la fiebre recurrente es transmitida por piojos y se caracteriza por episodios de fiebre que aparecen y desaparecen a lo largo de meses o años, alternando con periodos en los que el afectado no presenta síntomas. Estos síntomas coinciden con los descritos en relatos históricos.
Como explican los autores de este estudio que se difundió en el repositorio bioRxiv antes de ser revisado, y ahora va a publicarse en la revista Current Biology, aunque estas dos enfermedades son diferentes, pueden provocar síntomas similares, como la fiebre alta, la fatiga y los problemas digestivos. Su presencia simultánea podría haber contribuido al empeoramiento del estado de los soldados, que ya debían estar debilitados por el intenso frío, el hambre y la falta de higiene que tuvieron que soportar durante muchas semanas.
De los 13 soldados napoleónicos exhumados en Vilna, los dientes de cuatro dieron positivo en Salmonella enterica Paratyphi C y dos en Borrelia recurrentis.
La confirmación de la presencia de estas dos bacterias llega después de que un estudio previo identificara el agente del tifus, Rickettsia prowazekii, y el agente de la fiebre de las trincheras, Bartonella quintana, en diferentes cuerpos de soldados del mismo enterramiento. La fiebre de las trincheras es otra enfermedad infecciosa que se trasmite por piojos, y fue muy común durante la Primera Guerra Mundial.
Según los autores, esta discrepancia en los resultados podría explicarse por el uso de diferentes tecnologías de secuenciación.
Este estudio proporciona la primera evidencia genética de estos dos agentes infecciosos, aunque se desconoce su papel preciso en el elevado número de muertes en la Grande Armée durante su retirada de Rusia.
El análisis de los científicos se basó en un número limitado de muestras (13 de más de 3.000 cadáveres de soldados franceses hallados en Vilna, y entre 500.000 y 600.000 efectivos de la fuerza militar, de los cuales alrededor de 300.000 murieron durante la retirada). Dado el bajo número de muestras analizadas en comparación con los miles de cadáveres encontrados, los autores admiten que es imposible determinar en qué medida estos patógenos contribuyeron a la altísima mortalidad observada.
Otro resultado interesante fue el hallazgo de que la cepa de B. recurrentis encontrada en los soldados franceses enterrados en Lituania pertenecía al mismo linaje que recientemente se había descubierto en restos hallados en Gran Bretaña 2.000 años más antiguos, correspondientes a la Edad de Hierro. Este linaje, de alguna manera, persistió durante milenios en Europa, pero todas las cepas actuales secuenciadas hasta ahora pertenecen a un linaje diferente. «Esto demuestra el poder de la tecnología del ADN antiguo para descubrir la historia de las enfermedades infecciosas que no podríamos reconstruir con muestras modernas», ha explicado en comunicado de prensa Nicolás Rascovan, investigador del Instituto Pasteur de París.
Y es como reconoce el científico, «es muy emocionante utilizar la tecnología actual para detectar y diagnosticar algo que ha estado enterrado durante 200 años».
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