El escritor barcelonés Eduardo Mendoza, distinguido este año con el Premio Princesa de Asturias de las Letras tras haber seducido a público y crítica durante el último medio siglo, ha asegurado este martes que la novela goza de una «excelente salud», porque «hay variedad de género y muchas voces nuevas, especialmente mujeres».
El autor, al que se le deben títulos ya clásicos de la literatura española como La ciudad de los prodigios, Sin noticias de Gurb y El misterio de la cripta embrujada, ha ofrecido una rueda de prensa en Oviedo, donde este viernes recogerá el galardón, de manos de la princesa Leonor, por ser un «proveedor de felicidad para los lectores» y por su aportación «decisiva» a las letras.
En su comparecencia ante los medios, Mendoza ha reflexionado sobre el estado actual de la novela y sobre su dilatada carrera profesional, que ha sido fruto del talento y del trabajo, «una mezcla de las dos cosas, porque una de las dos sola no funciona». En su opinión, hay escritores que cuentan con un gran talento pero se dejan llevar «un poco por la ilusión y el entusiasmo», mientras otros «ponen mucho esfuerzo pero les falta el talento».
«Yo ya estoy un poco en tiempo de descuento y casi, casi, en los penaltis. Espero llegar al final del partido», ha asegurado a sus 82 años en respuesta a las preguntas de los periodistas el escritor cuya prosa está marcada con tintes de humor e ironía y cuenta con «una visión desenfadada y humanista de la existencia», según el fallo del Princesa de Asturias.
Mendoza, ganador del Premio Cervantes en 1996, ha dicho que quiere pensar que si llega un día en el que nota que no tiene «ninguna cosa que contar», no tiene ilusión y solo le queda el «oficio», preferiría no seguir escribiendo, pero eso «todavía» no le ha pasado.
Profundo conocedor de la sociedad de su tiempo y uno de los que más ha retratado desde la ficción la Ciudad Condal (la suya), ha dicho que, aunque cultive el humor en sus trabajos, se lo toma «muy en serio, a todos los niveles». «Aunque escribo cosas de humor, no tengo gracia personalmente y soy muy serio», ha recalcado antes de subrayar que es «muy exigente como lector» y admite que se irrita «muchísimo» con algunos libros que acaban «donde no tendrían que acabar» porque no guardan las formas. Preguntado sobre si se autocensura a la hora de escribir sus obras, ha respondido que conscientemente «no», pero seguramente de forma inconsciente sí tenga «un censor escondido detrás» que le va diciendo «ten cuidado».
«No me preocupa la posible censura, porque no está en mi manera de escribir la agresividad, pero sí soy muy consciente de que puedo ofender involuntariamente«, ha apuntado al respecto tras afirmar que sin querer y con la mejor intención se puede herir a alguien e indicar, no obstante, que los lectores son «más sabios de lo que algunos piensan y saben bien dónde está el juego».
El autor de La verdad sobre el caso Savolta, su primera novela, que este año cumple cincuenta años desde su publicación, ha manifestado que se «pelea» con los centros educativos porque considera que «no dan a la literatura el peso que tendría que dar» en la enseñanza en general al caer en la tentación de recomendar una lectura «porque es muy divertida».
En su opinión, tendría que enseñarse igual que las matemáticas u otras materias, porque, aunque en la literatura hay «humor, diversión o intriga», forma parte de la cultura. Mendoza, que siempre ha sido voz crítica e independiente de los poderes, ha agradecido la acogida que ha tenido en Oviedo para recibir un premio «estupendo» y de un «alto nivel», que ostentan personalidades «importantísimas de todos los campos de todo el mundo».
«Es un premio muy popular y muy simpático. El Nobel es importante, pero no es simpático. Por mí, que me lo den cada año», ha asegurado, con humor.
El escritor ha participado también este miércoles en la inauguración de la exposición Mi camino del cole, en la Fábrica de Armas de La Vega, en Oviedo.
El escritor barcelonés ha comparecido ante la prensa para valorar el galardón y hablar de la novela, «que goza de excelente salud».
El escritor barcelonés Eduardo Mendoza, distinguido este año con el Premio Princesa de Asturias de las Letras tras haber seducido a público y crítica durante el último medio siglo, ha asegurado este martes que la novela goza de una «excelente salud», porque «hay variedad de género y muchas voces nuevas, especialmente mujeres».
El autor, al que se le deben títulos ya clásicos de la literatura española como La ciudad de los prodigios, Sin noticias de Gurb y El misterio de la cripta embrujada, ha ofrecido una rueda de prensa en Oviedo, donde este viernes recogerá el galardón, de manos de la princesa Leonor, por ser un «proveedor de felicidad para los lectores» y por su aportación «decisiva» a las letras.
En su comparecencia ante los medios, Mendoza ha reflexionado sobre el estado actual de la novela y sobre su dilatada carrera profesional, que ha sido fruto del talento y del trabajo, «una mezcla de las dos cosas, porque una de las dos sola no funciona». En su opinión, hay escritores que cuentan con un gran talento pero se dejan llevar «un poco por la ilusión y el entusiasmo», mientras otros «ponen mucho esfuerzo pero les falta el talento».
«Yo ya estoy un poco en tiempo de descuento y casi, casi, en los penaltis. Espero llegar al final del partido», ha asegurado a sus 82 años en respuesta a las preguntas de los periodistas el escritor cuya prosa está marcada con tintes de humor e ironía y cuenta con «una visión desenfadada y humanista de la existencia», según el fallo del Princesa de Asturias.
Mendoza, ganador del Premio Cervantes en 1996, ha dicho que quiere pensar que si llega un día en el que nota que no tiene «ninguna cosa que contar», no tiene ilusión y solo le queda el «oficio», preferiría no seguir escribiendo, pero eso «todavía» no le ha pasado.
Profundo conocedor de la sociedad de su tiempo y uno de los que más ha retratado desde la ficción la Ciudad Condal (la suya), ha dicho que, aunque cultive el humor en sus trabajos, se lo toma «muy en serio, a todos los niveles». «Aunque escribo cosas de humor, no tengo gracia personalmente y soy muy serio», ha recalcado antes de subrayar que es «muy exigente como lector» y admite que se irrita «muchísimo» con algunos libros que acaban «donde no tendrían que acabar» porque no guardan las formas. Preguntado sobre si se autocensura a la hora de escribir sus obras, ha respondido que conscientemente «no», pero seguramente de forma inconsciente sí tenga «un censor escondido detrás» que le va diciendo «ten cuidado».

«No me preocupa la posible censura, porque no está en mi manera de escribir la agresividad, pero sí soy muy consciente de que puedo ofender involuntariamente«, ha apuntado al respecto tras afirmar que sin querer y con la mejor intención se puede herir a alguien e indicar, no obstante, que los lectores son «más sabios de lo que algunos piensan y saben bien dónde está el juego».
El autor de La verdad sobre el caso Savolta, su primera novela, que este año cumple cincuenta años desde su publicación, ha manifestado que se «pelea» con los centros educativos porque considera que «no dan a la literatura el peso que tendría que dar» en la enseñanza en general al caer en la tentación de recomendar una lectura «porque es muy divertida».

En su opinión, tendría que enseñarse igual que las matemáticas u otras materias, porque, aunque en la literatura hay «humor, diversión o intriga», forma parte de la cultura. Mendoza, que siempre ha sido voz crítica e independiente de los poderes, ha agradecido la acogida que ha tenido en Oviedo para recibir un premio «estupendo» y de un «alto nivel», que ostentan personalidades «importantísimas de todos los campos de todo el mundo».
«Es un premio muy popular y muy simpático. El Nobel es importante, pero no es simpático. Por mí, que me lo den cada año», ha asegurado, con humor.
El escritor ha participado también este miércoles en la inauguración de la exposición Mi camino del cole, en la Fábrica de Armas de La Vega, en Oviedo.
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