«Encantado de estar aquí», se define Dan Brown en su encuentro con la prensa a su llegada al Círculo de Bellas Artes de Madrid, cuando se le pregunta si está contento de haber regresado a España. «Es mi país después de EE UU» puntualiza en un perfecto español que, dice, «finjo hablar bien». Y añadirá algo que suena perfectamente creíble: «España es mi casa lejos de mi casa».
El escritor más leído en el mundo en las últimas dos décadas acaba de lanzar El último secreto (Planeta), otra entrega de Robert Langdom. Este hombre sabio y con tendencia a meterse en líos, que en el cine interpretó Tom Hanks, es el experto en Simbología que nació en El Código Da Vinci y que se ha convertido en un imprescindible de sus tramas, que alternan neurociencia, arte, religión, conspiraciones y también amor. Y que por cierto, Netflix ha comprado ya para crear un nuevo producto audiovisual.
Los datos de Brown
Quien ha vendido 256 millones de libros de toda su obra está en Madrid para hacer los honores en el mercado español y latinoamericano. Solo en nuestro país, desde el 18 de septiembre, en que salió a la calle, lleva vendidos 150.000 ejemplares, según relata la editora Elena Ramírez del lanzamiento literario del año. Un fenómeno en el que colaboran 56 editoriales de todo el mundo y que ya es el número 1 en aquellos países donde ha salido.
Con este rosario de datos, podría parecer que Brown se puede permitir ser un señor serio y parco con las preguntas que se le plantean en la rueda de prensa. Pero es exactamente lo contrario: ameno, divertido, irónico, elegante… incluso se esfuerza en traducir las preguntas en español. «Hablas muy deprisa», le dice risueño a algún periodista. Y luego responde.
La trama, en Praga, capital mística
La trama de la novela, que discurre en tan apenas unas horas a lo largo de casi 900 páginas, se sitúa en Praga. «Me pareció la elección mejor porque ha sido la capital mística en el siglo XVI. Suelo utilizar las localizaciones como personajes. Praga es un personaje más y tiene catedrales, subterráneos. Puede que en el futuro vuelva a España; si me ven dando vueltas por la ciudad puede que lo esté considerando», se adelanta antes de que se le interrogue por esa opción, después de situar Origen (2017) en Madrid, Barcelona y Sevilla.
La conciencia no existe dentro del cuerpo sino fuera. Somos receptores de esta conciencia colectiva que está fuera
No hay que equivocar el argumento de un libro que viene calificado como thriller. «Es una caza del tesoro, una historia de amor, pero sobre todo es ciencia cimentada. La conciencia no existe dentro del cuerpo sino fuera. Somos receptores de esta conciencia colectiva que está fuera. Cuando morimos se apaga el receptor pero seguimos emitiendo. Conciencia es como la vida, una pequeña tormenta y todos somos como gotas que llegan al océano. Cuando morimos llegamos a fundirnos con el océano», sintetiza el autor.
«Hubo un tiempo en el que creíamos que la tierra era el centro del sistema solar, pero Copérnico demostró que nuestro modelo era erróneo y necesitábamos uno nuevo. Creo, como muchos científicos, que estamos en un momento histórico idéntico en lo que respecta al conocimiento sobre la conciencia humana, en un momento umbral hacia un nuevo modelo que llegará en 10 o 20 años, incluso antes», ha apuntado Brown.
Robert Langdom, enamorado y en acción
Pero no perdamos la línea argumental: Langdom llega a Praga para asistir a la conferencia de Katherine Solomon, una brillante científica de la que está enamorado. Ella va a publicar un libro con sus descubrimientos sobre la conciencia humana que desafiarán siglos de creencias. Pero desparece junto a su manuscrito, en medio de un asesinato. El protagonista de El último secreto iniciará, así, una carrera contrarreloj para encontrarla, desentrañando símbolos y códigos.
Religión y ciencia
Las teorías noéticas (disciplina que estudia la facultad de conocer y comprender de estudio de la conciencia humana) se perciben como timón del libro: «Parte del propósito de este libro es poner luz sobre el hecho de que la ciencia y la religión están empezando a apuntar hacia el mismo sitio, algo que encuentro absolutamente fascinante, porque creo que ambas son dos lenguajes distintos tratando de contar la misma historia», ha dicho Brown.
No pretendo convencer a nadie pero si me gustaría despertar su curiosidad y que dé lugar a un dialogo
El escritor americano enfrenta religión y ciencia, esta mucho menos apasionada de sus postulados, señala, y considera lógico recibir críticas de algunos sectores. «No me molestan, siempre que se genere debate. Si da lugar a un diálogo», armoniza.
Diálogo es la palabra que utiliza para pedir al mundo una reflexión ante los acontecimientos políticos y humanos que lo sacuden: «El mensaje tiene que ver con el diálogo. Es importante dialogar y escuchar. Muchas personas hablan y pocas las que escuchan. Dialogo y curiosidad personal. No pretendo convencer a nadie pero si me gustaría despertar su curiosidad y que dé lugar a un dialogo permanente».
Sí a la Inteligencia Artificial
Respecto a la Inteligencia Artificial rompe una lanza a su favor. «No la he usado, yo creo que en este momento no es lo suficientemente solida y comete mucho errores, Tal vez en un futuro será una herramienta para la documentación. Me preocupa el uso para la creatividad, qué pasará. Las artes requieren de mucha humanidad».
Y añade: «Puedo tomar una postura contra la IA pero sería como ponerme contra una ola de 8 metros en la playa. La IA ya está aquí. La mayoría de nuestra historia hemos sido capaces de generar tecnología. Tenemos una tendencia a buscar los aspectos negativos de lo que nos rodea. Al final del día hay más belleza de la que creemos».
El autor y su personaje
Dan Brown versus Robert Langdom. Una ecuación que él resuelve con rapidez y seguridad. «No me parezco a él, Robert ha evolucionado más. Aunque Robert y yo compartimos la pasión por el arte, los símbolos y la fascinación de ese punto de vista sobre la conciencia».
Cuando estoy en un sitio incómodo escribiendo pienso en Cervantes, que siempre escribía en sitios así
«Soy igual de escéptico que él. Se me hace raro hablar en tercera persona de Langdom. Hace 8 o 9 años estaba en Barcelona y dije que Robert es mucho más inteligente que yo y me dio vergüenza reconocer que si Robert da un análisis perfecto de una pintura en unos minutos, a mí me ha llevado tres días hacerlo», bromea.
Sus escritores en lengua española
Dice Brown que tiene oxidado su español, pero recuerda con nitidez los autores en lengua hispana que ha leído. Traducidos, puntualiza. «Por supuesto, García Márquez, Antonio Machado, y en Sevilla, cuanto estudiaba a los clásicos, Cervantes. Cervantes siempre escribía estaba en un lugar incómodo y cuando yo lo estoy, en un lugar así, pienso en él».
El escritor americano ha vendido en nuestro país, en menos de un mes, 150.000 ejemplares de la nueva novela de su investigador Robert Langdom.
«Encantado de estar aquí», se define Dan Brown en su encuentro con la prensa a su llegada al Círculo de Bellas Artes de Madrid, cuando se le pregunta si está contento de haber regresado a España. «Es mi país después de EE UU» puntualiza en un perfecto español que, dice, «finjo hablar bien». Y añadirá algo que suena perfectamente creíble: «España es mi casa lejos de mi casa».
El escritor más leído en el mundo en las últimas dos décadas acaba de lanzar El último secreto (Planeta), otra entrega de Robert Langdom. Este hombre sabio y con tendencia a meterse en líos, que en el cine interpretó Tom Hanks, es el experto en Simbología que nació en El Código Da Vinci y que se ha convertido en un imprescindible de sus tramas, que alternan neurociencia, arte, religión, conspiraciones y también amor. Y que por cierto, Netflix ha comprado ya para crear un nuevo producto audiovisual.
Los datos de Brown
Quien ha vendido 256 millones de libros de toda su obra está en Madrid para hacer los honores en el mercado español y latinoamericano. Solo en nuestro país, desde el 18 de septiembre, en que salió a la calle, lleva vendidos 150.000 ejemplares, según relata la editora Elena Ramírez del lanzamiento literario del año. Un fenómeno en el que colaboran 56 editoriales de todo el mundo y que ya es el número 1 en aquellos países donde ha salido.

Con este rosario de datos, podría parecer que Brown se puede permitir ser un señor serio y parco con las preguntas que se le plantean en la rueda de prensa. Pero es exactamente lo contrario: ameno, divertido, irónico, elegante… incluso se esfuerza en traducir las preguntas en español. «Hablas muy deprisa», le dice risueño a algún periodista. Y luego responde.
La trama, en Praga, capital mística
La trama de la novela, que discurre en tan apenas unas horas a lo largo de casi 900 páginas, se sitúa en Praga. «Me pareció la elección mejor porque ha sido la capital mística en el siglo XVI. Suelo utilizar las localizaciones como personajes. Praga es un personaje más y tiene catedrales, subterráneos. Puede que en el futuro vuelva a España; si me ven dando vueltas por la ciudad puede que lo esté considerando», se adelanta antes de que se le interrogue por esa opción, después de situar Origen (2017) en Madrid, Barcelona y Sevilla.
La conciencia no existe dentro del cuerpo sino fuera. Somos receptores de esta conciencia colectiva que está fuera
No hay que equivocar el argumento de un libro que viene calificado como thriller. «Es una caza del tesoro, una historia de amor, pero sobre todo es ciencia cimentada. La conciencia no existe dentro del cuerpo sino fuera. Somos receptores de esta conciencia colectiva que está fuera. Cuando morimos se apaga el receptor pero seguimos emitiendo. Conciencia es como la vida, una pequeña tormenta y todos somos como gotas que llegan al océano. Cuando morimos llegamos a fundirnos con el océano», sintetiza el autor.
«Hubo un tiempo en el que creíamos que la tierra era el centro del sistema solar, pero Copérnico demostró que nuestro modelo era erróneo y necesitábamos uno nuevo. Creo, como muchos científicos, que estamos en un momento histórico idéntico en lo que respecta al conocimiento sobre la conciencia humana, en un momento umbral hacia un nuevo modelo que llegará en 10 o 20 años, incluso antes», ha apuntado Brown.
Robert Langdom, enamorado y en acción
Pero no perdamos la línea argumental: Langdom llega a Praga para asistir a la conferencia de Katherine Solomon, una brillante científica de la que está enamorado. Ella va a publicar un libro con sus descubrimientos sobre la conciencia humana que desafiarán siglos de creencias. Pero desparece junto a su manuscrito, en medio de un asesinato. El protagonista de El último secreto iniciará, así, una carrera contrarreloj para encontrarla, desentrañando símbolos y códigos.

Religión y ciencia
Las teorías noéticas (disciplina que estudia la facultad de conocer y comprender de estudio de la conciencia humana) se perciben como timón del libro: «Parte del propósito de este libro es poner luz sobre el hecho de que la ciencia y la religión están empezando a apuntar hacia el mismo sitio, algo que encuentro absolutamente fascinante, porque creo que ambas son dos lenguajes distintos tratando de contar la misma historia», ha dicho Brown.
No pretendo convencer a nadie pero si me gustaría despertar su curiosidad y que dé lugar a un dialogo
El escritor americano enfrenta religión y ciencia, esta mucho menos apasionada de sus postulados, señala, y considera lógico recibir críticas de algunos sectores. «No me molestan, siempre que se genere debate. Si da lugar a un diálogo», armoniza.
Diálogo es la palabra que utiliza para pedir al mundo una reflexión ante los acontecimientos políticos y humanos que lo sacuden: «El mensaje tiene que ver con el diálogo. Es importante dialogar y escuchar. Muchas personas hablan y pocas las que escuchan. Dialogo y curiosidad personal. No pretendo convencer a nadie pero si me gustaría despertar su curiosidad y que dé lugar a un dialogo permanente».
Sí a la Inteligencia Artificial
Respecto a la Inteligencia Artificial rompe una lanza a su favor. «No la he usado, yo creo que en este momento no es lo suficientemente solida y comete mucho errores, Tal vez en un futuro será una herramienta para la documentación. Me preocupa el uso para la creatividad, qué pasará. Las artes requieren de mucha humanidad».

Y añade: «Puedo tomar una postura contra la IA pero sería como ponerme contra una ola de 8 metros en la playa. La IA ya está aquí. La mayoría de nuestra historia hemos sido capaces de generar tecnología. Tenemos una tendencia a buscar los aspectos negativos de lo que nos rodea. Al final del día hay más belleza de la que creemos».
El autor y su personaje
Dan Brown versus Robert Langdom. Una ecuación que él resuelve con rapidez y seguridad. «No me parezco a él, Robert ha evolucionado más. Aunque Robert y yo compartimos la pasión por el arte, los símbolos y la fascinación de ese punto de vista sobre la conciencia».
Cuando estoy en un sitio incómodo escribiendo pienso en Cervantes, que siempre escribía en sitios así
«Soy igual de escéptico que él. Se me hace raro hablar en tercera persona de Langdom. Hace 8 o 9 años estaba en Barcelona y dije que Robert es mucho más inteligente que yo y me dio vergüenza reconocer que si Robert da un análisis perfecto de una pintura en unos minutos, a mí me ha llevado tres días hacerlo», bromea.
Sus escritores en lengua española
Dice Brown que tiene oxidado su español, pero recuerda con nitidez los autores en lengua hispana que ha leído. Traducidos, puntualiza. «Por supuesto, García Márquez, Antonio Machado, y en Sevilla, cuanto estudiaba a los clásicos, Cervantes. Cervantes siempre escribía estaba en un lugar incómodo y cuando yo lo estoy, en un lugar así, pienso en él».
20MINUTOS.ES – Cultura