El carisma del actor Salva Reina le precede y a la vez, le sigue de la pantalla a los escenarios. En este último ámbito lo desplegará este domingo (12 de octubre, 20.30 h), cuando se suba al escenario de la Sala Galileo Galilei de la capital con el monólogo de humor Prohibido echarle cacahuetes al mono (entradas ya a la venta), un espectáculo donde su alter ego, Chuki, se sube al escenario para hablar de actualidad, de situaciones cotidianas llevadas al extremo, para improvisar y para transitar entre lo gamberro y lo tierno.
La carrera de Salva Reina incluye televisión, cine y teatro, donde se le reconoce por su versatilidad para transitar entre la comedia y el drama. Participó en series como Allí abajo, Malaka o Sabuesos o Muertos S.L. y en películas como La isla mínima, El mejor verano de mi vida, Truce(s) y El 47.
Precisamente este 2025 se alzó con el Premio Goya al Mejor Actor de Reparto por su interpretación de Felipín en El 47. La mezcla de su humor cercano, sus raíces andaluzas y su capacidad para humanizar personajes hace que los programas más vistos, como El Hormiguero y La Revuelta, entre otros, se lo rifen como invitado.
El hilarante monólogo de Salva Reina, este domingo en Madrid: «Se van a tratar grandes hits de mi trayectoria y cosas más modernas»

El actor trae a la sala Galileo Galilei el monólogo ‘Prohibido echarle cacahuetes al mono’, donde la vida se destila hacia la risa.
El carisma del actor Salva Reina le precede y a la vez, le sigue de la pantalla a los escenarios. En este último ámbito lo desplegará este domingo (12 de octubre, 20.30 h), cuando se suba al escenario de la Sala Galileo Galilei de la capital con el monólogo de humor Prohibido echarle cacahuetes al mono (entradas ya a la venta), un espectáculo donde su alter ego, Chuki, se sube al escenario para hablar de actualidad, de situaciones cotidianas llevadas al extremo, para improvisar y para transitar entre lo gamberro y lo tierno.
La carrera de Salva Reina incluye televisión, cine y teatro, donde se le reconoce por su versatilidad para transitar entre la comedia y el drama. Participó en series como Allí abajo, Malaka o Sabuesos o Muertos S.L. y en películas como La isla mínima, El mejor verano de mi vida, Truce(s) y El 47.
Precisamente este 2025 se alzó con el Premio Goya al Mejor Actor de Reparto por su interpretación de Felipín en El 47. La mezcla de su humor cercano, sus raíces andaluzas y su capacidad para humanizar personajes hace que los programas más vistos, como El Hormiguero y La Revuelta, entre otros, se lo rifen como invitado.
¿Qué vamos a ver en este show?
Prohibido echarle cacahuetes al mono es un monólogo que creo que ya puede decir a la vieja usanza, porque en España hay una tradición de grandes cómicos y cómicas y grandes monologuistas, que han hecho que esto sea un formato más dentro del panorama teatral de nuestra cartelera. Es un tipo bastante loco, que es el personaje que se sube a hacer los monólogos, con un micrófono y una banqueta y conexión con el público pura y dura. Se van a tratar temas que son grandes hits de mi trayectoria, algunas cosas un poco más modernas, cosas un poco de actualidad y daremos un repaso a situaciones cotidianas llevadas al absurdo, que es lo que yo creo que funciona dentro del monólogo.
¿Porque este título? ¿Qué le han hecho los monos que se quedan sin comer?
Bueno, es como un aviso de ‘Cuidado con el perro’ o algo así, o como «no me toques las palmas que me conozco». Me hizo gracia en su momento. El mono evidentemente es el personaje que se sube a los monólogos. Cualquier parecido con Salvador Reina es pura coincidencia y quiero decirlo. ¿Vale? (Risas).
Hablará de experiencias cotidianas… ¿La vida se empeña en hacer comedia?
Total. La comedia es la vida y en la vida la realidad supera la ficción increíblemente. Todo el mundo tiene un amigo o una amiga que tiene una anécdota que si la ves en una película dirías «Dios, qué exageración». Una de las claves de los cómicos y las cómicas es estar atento por la calle a todo lo que pasa, todo a lo que puedas reaccionar, a todas las experiencias que puedas tener. Y a mí me pasa un poco. Algunas veces me quedo así como un poco pillado, mirando a gente o mirando situaciones y diciendo “madre mía, ¿qué estará pasando allí? Hay que partir de la base de que la gente identifique las situaciones e intentar además recrearlas bastante bien, pero sin ningún artificio, todo con mi voz y mi cuerpo. Muchas veces me pasa que cuando termina la función me dice alguien «aquello que contabas me parecía que lo estaba viendo». Hay que tener esa conexión con el público, estar atento a todo lo que pueda pasar en la sala. Es un formato de monólogo, pero no estamos cerrados al diálogo.
¿Tiene algún truco para esas interacciones con el público y que no le salga por ejemplo alguien muy sieso?
Son ya casi 25 años recorriendo España y parte del extranjero y parece de broma, pero alguna vez he actuado fuera, y son muchos tiros dados. Claro, tienes tus trucos y tus maneras de hacer que la gente reaccione, que se inmiscuya y esté la situación viva. Prohibido echarle cacahuetes al mono no es un espectáculo de Crowd work, que se dice ahora, de hablar con la gente puro y duro, no me baso en eso, pero tampoco estoy cerrado a que pueda pasar algo.
¿Alguna vez cambió mucho un monólogo sobre la marcha?
Un día de la Hispanidad también, que actuaba en Madrid, pasó aquello del paracaidista, que el pobre que se enrolló en una farola. Yo tenía mi monólogo preparado, pero al final toda la situación y algo que pasó entre el público hizo que ese tema acaparara más del 50% del show. Siempre estamos abiertos a la improvisación y a lo que puede estar ocurriendo en el día o en la propia sala.
¿El premio Goya se nota a la hora de de llenar salas?
No sabría decirte, porque ya veníamos de una buena racha, pero evidentemente todo lo que sea exposición y que tu nombre suene y publicidad o entrevistas siempre aportan un poco para que la gente te conozca y diga bueno, vamos a ver qué hace este hombre.
Es actor y no le ha ido mal, ¿esto del humor se hace por vocación o por ganarse los garbanzos?
Yo creo que ambas cosas. Al final, a mí el mundo de la comedia me llegó un poco en mi búsqueda y crecimiento, en mi anhelo de ser actor. No soy un monologuista que luego ha girado a actor, sino que mi ilusión era ser actor y esto se me cruzó en mi camino hace veintipico años como una forma de desarrollarme por ahí, de hacer cosas nuevas, de explorar este personaje, como de payaso y meterlo en esta situación de contar historias. Hay una mezcla entre buscar maneras de trabajar, de pagar el alquiler y una cuestión muy vocacional, de desarrollar tu actividad y tu anhelo actoral.
¿Cómo o con quién se prueba un monólogo?
Lo hago mucho con los amigos, o con mi pareja, o con los familiares, si estoy en una cena y de repente si veo el hueco o veo que la situación o la charla va por ese tema, pues de repente digo «sí, es como si de repente yo te dijera…», y si veo que el chiste tiene un poco de éxito pues digo, mira, lo voy a probar algún día en el directo. Otras veces directamente metiendo cachitos nuevos del monólogo en la propia actuación. Y hay algunas ideas que se desechan y otras que se van instaurando y se fijan.
¿Cómo se anota esas ideas?
Pues dejándome notas de audio, o en las notas del móvil. Me acuerdo cuando estaba el contestador y era de mandarme mensajes a mí mismo al contestador, a lo mejor una noche que se me había ocurrido, me lo dejaba grabado y cuando leía el mensaje no se entendía con la música de fondo. O también pasaba algunas veces que por la noche tenía más gracia que por la mañana (risas).
Una pregunta superfacil: ¿Cuál es la clave para hacer reír? ¿Hay una receta mágica?
Es que si tú y yo tuviéramos la respuesta a esto, estaríamos haciendo la entrevista en mi ático y luego te llevaría en helicóptero a tu mansión. No hay una clave, pero yo creo que la naturalidad, la frescura, la cotidianidad, conectar con la gente. Es lo que intento en este espectáculo, que todo sea fresco, aunque haya cosas un poco ya bastante antiguas, pero que parezca que estén surgiendo en el momento. Es importante intentar que la gente se sienta identificada, que conecte contigo e ir dándole giros de guion. Al final la risa no deja de ser una expresión de un acto de sorpresa.
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