Ha pasado una semana desde que Juan del Val conquistara el premio Planeta de este año, con una novela titulada Vera, una historia de amor, que presentó (como el 99% de los ganadores) con nombre falso, además de mujer. Ya lo dijo él mismo, «siendo quien soy, no se me ocurría otra idea mejor que recurrir a un seudónimo».
Debía imaginar Del Val (55 años) que las cosas no iba a ser fáciles una vez tuviera el millón de euros del premio en su cuenta corriente y que las críticas lloverían sobre él como diluvia en Santiago de Compostela en pleno invierno: de manera pertinaz. Por ello, agradeció el galardón diciendo eso, ya muy suyo, de que las elites culturales no entienden lo que quiere el lector, que es entretenimiento y respeto para sus gustos, lo que viene siendo literatura comercial.
Dicho esto, la novela ganadora no estará en la calle hasta el 4 de noviembre, por cuanto se entiende que salvo un grupo muy reducido de personas, nadie conoce ni su estilo, ni su mensaje. «Me siento maltratado por quien critica mi novela sin haberla leído», dijo al poco de saberse ganador. El resto de opiniones, le dan igual, vino a decir. Por lo demás, el plazo para leerla se antoja largo dadas las expectativas creadas.
Del Val ha sembrado en torno a este premio, el mejor dotado de las letras (a la altura del Nobel), nuevas dudas y zozobras. Colaborador de El Hormiguero, guionista, contertulio, autor de una corta obra (seis novelas más), casado con una presentadora famosa, Nuria Roca, y dueño de opiniones controvertidas, ya ha dado qué hablar.
Aunque no ha sido el único que llega arrastrando la polémica como una corona de espinas. El filósofo Fernando Savater, finalista en 1993 del premio Planeta con El jardín de las dudas, y ganador en 2008, con La hermandad de la buena suerte, dijo en su momento que «sospechar del Planeta es como sospechar de los Reyes Magos».
De Sonsoles Ónega a Carmen Mola
Los premios más ‘polémicos’, según recogen las crónicas de entonces, son algunos que luego han vendido muchísimo, como Las hijas de la criada, (2023) de Sonsoles Ónega, presentadora de Antena 3, es decir persona de la casa. Su novela sufrió unas opiniones demoledoras de un sector de la prensa especializada hasta casi rozar el insulto personal.
Pero la respuesta popular (y la presencia de la reina Letizia, amiga personal de la escritora) en una cola de una librería para conseguir su ejemplar firmado, auparon las ventas hasta, dicen las cifras no oficiales, convertirse en la más vendida de la historia. Y son 74 años. De hecho, la novela, basada en una familia que tiene una conservera en Galicia, será llevada a serie en cuestión de días.
Dos Nobel y Cervantes obtuvieron este millonario premio: Camilo José Cela, en 1994, con La cruz de San Andrés, considerado el mayor fracaso en ventas del Planeta (siempre, según datos no oficiales). Y no solo eso. El libro debió afrontar una denuncia por plagio por otra candidata (desestimada) y el propio autor se arrepintió de haberlo ‘escrito’, de tantos quebraderos como le dio. El gallego autor de obras magistrales como La familia de Pascual Duarte y La colmena consiguió el Nobel siete años después, en 2001.
Vargas Llosa corrió similar suerte. El peruano ganó el premio creado por José Manuel Lara en 1993 por Lituma en los Andes, novela floja, según los expertos. El Nobel lo obtendría en 2010 por libros enormes como Pantaleón y las visitadoras y Conversación en la Catedral.
Una de las mayores sorpresas del premio Planeta fue cuando en 2022 lo ganó con La bestia la anónima Carmen Mola. Esta ‘mujer’, que resultaron ser tres guionistas (Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero), había estado publicado su serie negra y sangrienta con un éxito arrollador desde 2017. Destapar sus nombres fue una operación mayúscula que dejó a media España atónita. Muchas librerías decidieron no vender sus libros por entender que esconderse tras un nombre femenino era un engaño a las lectoras. La polémica no afectó a las ventas, que se sepa, incluso ayudó a venderla más.
Además, contribuyó a que el premio en metálico ascendiera hasta el millón de euros (eran tres a repartir), que los siguientes beneficiados con la varita del Planeta han podido disfrutar en solitario.
Marsé descalificó desde el jurado a María de la Pau Janer, la ganadora
Curiosamente, de los premiados, solo uno, que conste, ha ganado sin seudónimo. Se trata de la escritora Espido Freire (Laura de nombre), que se presentó en 1999 con Melocotones helados. Su trayectoria tras el premio ha sido fulgurante y su presencia en medios (como 20minutos), festivales, otros premios y foros literarios es incontestable. El resto de candidatos han recurrido a esta opción para presentar de manera ‘anónima’ sus historias y evitar el ‘sonrojo’ de que no se sepa que han concurrido si no son finalmente distinguidos.
Otro episodio memorable fue cuando Juan Marsé, ganador en 1978 del premio por La muchacha de las bragas de oro, criticó desde el jurado del que formaba parte la concesión del galardón a María de la Pau Janer, por Pasiones romanas, en 2005. En la rueda de prensa posterior a la proclamación de los premios, Marsé y la ganadora sostuvieron una tensa conversación en la que el primero descalificó la novela premiada y dijo además que «desde el punto de vista comercial, el Planeta funciona, pero desde la óptica literaria es más que dudoso».
Por otra parte, muchos nombres grandes han confesado haber sido ‘tentados’ para presentarse al Planeta, como Miguel Delibes y el uruguayo Mario Benedetti, dos figuras de la literatura hispanoamericana escritas en letras de oro.
Goodreads, una red social dedicada exclusivamente a los lectores, permite a estos marcar qué libros tienen en casa, cuáles quieren leer, publicar reseñas y puntuaciones de cada una de sus lecturas, así como hacer y pedir recomendaciones a otros miembros.
Precisamente esta plataforma puntuó, en función de los votos de lectores anónimos, los mejores y peores premios Planeta. Entre los primeros, destaca Paloma Sánchez-Garnica, con Victoria; Todo esto te daré, de Dolores Redondo; Yo Julia, de Santiago Posteguillo (que ha cambiado luego de editorial); Filomeno a mi pesar, de Gonzalo Torrente Ballester (otro premio Cervantes); y El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
En cualquier caso, los usuarios de Goodreads no tienen en cuenta ‘clasicos’ y brillantes nombres como Ana María Matute, Antonio Gala, Terenci Moix, Juan Manuel de Prada o Juan José Millás, que logró con El mundo, una de las novelas premiadas más elogiadas por la crítica literaria, algo poco frecuente en las reseñas posteriores a la publicación.
Los ‘peores’ Planeta
En la categoría de ‘malos’, autores de renombre como Fernando Sánchez Dragó, Jesús Fernández Santos, Fernando Delgado y el propio Savater han debido soportar no pocos comentarios desoladores acerca de sus libros. De hecho, sus respectivas novelas, La prueba del laberinto, Jaque a la dama, La mirada del otro y La hermandad de la buena sangre, están entre las peores, según el criterio de los lectores.
El caso de Del Val ha levantado una polvareda colosal que habrá que ver si mengua cuando su libro esté en la calle y lo que se diga de él esté fundado más en su literatura que en su personalidad peleona y amiga de los debates. Hasta ahora, sus declaraciones han ido encaminadas a defenderse, insistir en que los libros se escriben para la gente y no para las clases culturales, y recordar que Vera, una historia de amor es de momento una incógnita por desvelar. Veremos si la ecuación la sitúa en el lado bueno o en el malo de la fórmula.
El colaborador de ‘El Hormiguero’, el último ganador, ha convulsionado el mundo editorial, aun cuando su novela todavía no ha sido publicada y nadie la ha leído.
Ha pasado una semana desde que Juan del Val conquistara el premio Planeta de este año, con una novela titulada Vera, una historia de amor, que presentó (como el 99% de los ganadores) con nombre falso, además de mujer. Ya lo dijo él mismo, «siendo quien soy, no se me ocurría otra idea mejor que recurrir a un seudónimo».
Debía imaginar Del Val (55 años) que las cosas no iba a ser fáciles una vez tuviera el millón de euros del premio en su cuenta corriente y que las críticas lloverían sobre él como diluvia en Santiago de Compostela en pleno invierno: de manera pertinaz. Por ello, agradeció el galardón diciendo eso, ya muy suyo, de que las elites culturales no entienden lo que quiere el lector, que es entretenimiento y respeto para sus gustos, lo que viene siendo literatura comercial.
Dicho esto, la novela ganadora no estará en la calle hasta el 4 de noviembre, por cuanto se entiende que salvo un grupo muy reducido de personas, nadie conoce ni su estilo, ni su mensaje. «Me siento maltratado por quien critica mi novela sin haberla leído», dijo al poco de saberse ganador. El resto de opiniones, le dan igual, vino a decir. Por lo demás, el plazo para leerla se antoja corto dadas las expectativas creadas.
Del Val ha sembrado en torno a este premio, el mejor dotado de las letras (a la altura del Nobel), nuevas dudas y zozobras. Colaborador de El Hormiguero, guionista, contertulio, autor de una corta obra (seis novelas más), casado con una presentadora famosa, Nuria Roca, y dueño de opiniones controvertidas, ya ha dado qué hablar, mucho más que otros escritores que lo conquistaron hace poco.

Aunque no ha sido el único que llega arrastrando la polémica como una corona de espinas. El filósofo Fernando Savater, finalista en 1993 del premio Planeta con El jardín de las dudas, y ganador en 2008, con La hermandad de la buena suerte, dijo en su momento que «sospechar del Planeta es como sospechar de los Reyes Magos».
De Sonsoles Ónega a Carmen Mola
Los premios más ‘polémicos’, según recogen las crónicas de entonces, son algunos que luego han vendido muchísimo, como Las hijas de la criada, (2023) de Sonsoles Ónega, presentadora de Antena 3, es decir persona de la casa. Su novela sufrió unas opiniones demoledoras de un sector de la prensa especializada hasta casi rozar el insulto personal.
Pero la respuesta popular (y la presencia de la reina Letizia, amiga personal de la escritora) en una cola de una librería para conseguir su ejemplar firmado, auparon las ventas hasta, dicen las cifras no oficiales, convertirse en la más vendida de la historia. Y son 74 años. De hecho, la novela, basada en una familia que tiene una conservera en Galicia, será llevada a serie en cuestión de días.
Dos Nobel y Cervantes obtuvieron este millonario premio: Camilo José Cela, en 1994, con La cruz de San Andrés, considerado el mayor fracaso en ventas del Planeta (siempre, según datos no oficiales). Y no solo eso. El libro debió afrontar una denuncia por plagio por otra candidata (desestimada) y el propio autor se arrepintió de haberlo ‘escrito’, de tan malo como le parecía. El gallego autor de obras magistrales como La familia de Pascual Duarte y La colmena consiguió el Nobel siete años después, en 2001.

Vargas Llosa corrió similar suerte. El peruano ganó el premio creado por José Manuel Lara en 1993 por Lituma en los Andes, novela floja, según los expertos. El Nobel lo obtendría en 2010 por libros enormes como Pantaleón y las visitadoras y Conversación en la Catedral.
Una de las mayores sorpresas del premio Planeta fue cuando en 2022 lo ganó con La bestia la anónima Carmen Mola. Esta ‘mujer’, que resultaron ser tres guionistas (Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero), había estado publicado su serie negra y sangrienta con un éxito arrollador desde 2017. Destapar sus nombres fue una operación mayúscula que dejó a media España atónita. Muchas librerías decidieron no vender sus libros por entender que esconderse tras un nombre femenino era un engaño a las lectoras. La polémica no afectó a las ventas, que se sepa, incluso ayudó a venderla más.
Delibes y Benedetti, tentados a presentarse
Curiosamente, de los premiados, solo uno, que conste, ha ganado sin seudónimo. Se trata de la escritora Espido Freire (Laura de nombre), que se presentó con Melocotones helados. Su trayectoria tras el premio ha sido fulgurante y su presencia en medios (como 20minutos), festivales, otros premios y foros literarios es incontestable. El resto de candidatos han recurrido a esta opción para presentar de manera ‘anónima’ sus historias y evitar el ‘sonrojo’ de que no se sepa que han concurrido si no son finalmente distinguidos.
Por otra parte, muchos nombres grandes han confesado haber sido ‘tentados’ para presentarse al Planeta, como Miguel Delibes y el uruguayo Mario Benedetti, dos figuras de la literatura hispanoamericana incuestionables.
Goodreads, una red social dedicada exclusivamente a los lectores, permite a estos marcar qué libros tienen en casa, cuáles quieren leer, publicar reseñas y puntuaciones de cada una de sus lecturas, así como hacer y pedir recomendaciones a otros miembros.
Precisamente esta plataforma puntuó, en función de los votos de lectores anónimos, los mejores y peores premios Planeta. Entre los primeros, destaca Paloma Sánchez-Garnica, con Victoria; Todo esto te daré, de Dolores Redondo; Yo Julia, de Santiago Posteguillo (que ha cambiado luego de editorial); Filomeno a mi pesar, de Gonzalo Torrente Ballester (otro premio Cervantes); y El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
En cualquier caso, los usuarios de Goodreads no tienen en cuenta ‘clasicos’ y brillantes nombres como Ana María Matute, Antonio Gala, Terenci Moix, Juan Manuel de Prada o Juan José Millás, que logró con El mundo, una de las novelas premiadas más elogiadas por la crítica literaria, algo poco frecuente en las reseñas que suceden a la publicación de las novelas premiadas.
Los ‘peores’ Planeta
En la categoría de ‘malos’, autores de renombre como Fernando Sánchez Dragó, Jesús Fernández Santos, Fernando Delgado y el propio Savater han debido soportar no pocos comentarios desoladores acerca de sus libros. De hecho, sus respectivas novelas, La prueba del laberinto, Jaque a la dama, La mirada del otro y La hermandad de la buena sangre, están entre las peores, según el criterio de los lectores.
El caso de Del Val ha levantado una polvareda colosal que habrá que ver si mengua cuando su libro esté en la calle y lo que se diga de él esté fundado más en su literatura que en su personalidad peleona y amiga de los debates. Hasta ahora, sus declaraciones han ido encaminadas a defenderse, insistir en que los libros se escriben para la gente y no para las clases culturales, y recordar que Vera, una historia de amor es de momento una incógnita por desvelar. Veremos si la ecuación la sitúa en el lado bueno o en el malo de la fórmula.
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