<p>El <strong>cáncer de vejiga</strong> es uno de los tumores más comunes. Según datos de la <strong>Sociedad Española de Oncología Médica</strong> (SEOM), en nuestro país supone el quinto tipo cáncer más frecuentemente diagnosticado, con unos 22.000 casos detectados cada año.</p>
Investigadores del IRB de Barcelona identifican las vías que pavimentan el desarrollo de un tumor en tejido sano en la vejiga
El cáncer de vejiga es uno de los tumores más comunes. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en nuestro país supone el quinto tipo cáncer más frecuentemente diagnosticado, con unos 22.000 casos detectados cada año.
Es un tumor más habitual en varones que en mujeres (18.247 casos en hombres en 2024 frente a 3.850 en féminas el mismo año) y es sabida su estrecha relación con el tabaquismo, pero aún se desconoce cuáles son los mecanismos biológicos que conducen a su desarrollo.
Una investigación llevada a cabo por investigadores del IRB de Barcelona arroja luz esta semana sobre cómo se pavimenta el desarrollo de este tumor y por qué es más habitual es varones y personas fumadoras.
El equipo, liderado por Núria López-Bigas y Abel González-Pérez en el IRB y Rosana Risques desde la Universidad de Washington ha mostrado, partiendo del análisis de tejido sano, cómo el consumo de tabaco y el sexo biológico favorecen la expansión de determinadas células mutadas que pueden ser claves en el desarrollo del cáncer. Las conclusiones de su trabajo se publican en el último número de Nature.
«Un tumor no aparece de un día para otro, sino que tiene una historia muy larga que empieza en tejido completamente sano», explica López-Bigas, investigadora ICREA y líder del laboratorio de Genómica Biomédica del IRB Barcelona. Las células de ese tejido acumulan mutaciones, continúa, y algunas de ellas lideran expansiones clonales, es decir, dan una ventaja selectiva a esas células para ir ocupando un espacio más grande de la vejiga.
«Los tejidos sanos acumulan muchas mutaciones a lo largo del tiempo, pero lo más relevante no es cuántas se acumulan, sino cuáles consiguen expandirse y forman clones. Hemos visto que el tabaco y el sexo biológico influyen directamente en este proceso», añade.
El equipo estudió muestras de tejido de vejiga sano de 45 donantes. Mediante una tecnología innovadora, fueron capaces de detectar miles de mutaciones que pasarían desapercibidas para otras técnicas de secuenciación disponibles.
«Esta técnica nos permite ver mutaciones somáticas en tejido sano, algo que durante muchos años no hemos sido capaces de identificar», señala López-Bigas, quien aclara que esta tecnología hace posible visualizar patrones de mutaciones en tejidos sanos y, por tanto, también establecer comparaciones entre distintos perfiles.
Mediante el análisis, los investigadores comprobaron que existían claras diferencias entre hombres y mujeres. Así, en los varones analizados observaron que existían ciertas mutaciones en genes relacionados con el cáncer que mostraban una ventaja evolutiva, lo que significa que los clones que las portaban tendían a expandirse incluso en tejido sano.
Por otro lado, también vieron claramente la influencia que ejercía el tabaco. «Había diferencias importantes entre fumadores y no fumadores», subraya López-Bigas. Los primeros presentaban una alta frecuencia de mutaciones en el promotor del gen TERT, un elemento del ADN que reactiva la telomerasa y permite a las células evitar el envejecimiento y seguir dividiéndose. En ese sentido, los científicos señalan que su trabajo aporta evidencias de que el tabaco no solo favorece la aparición de nuevas mutaciones en el tejido, sino que también actúa facilitando la expansión de determinados clones, allanando el camino hacia el cáncer.
«La razón por la que nos hemos centrado en el estudio de la influencia del sexo biológico y el tabaquismo en el cáncer de vejiga es porque ambos son factores de riesgo. Los hombres tienen una incidencia cuatro veces mayor de padecerlo y fumar también incrementa las probabilidades de sufrir un tumor. No sabemos muy bien por qué esto sucede y quisimos comprobar si estudiando el tejido sano ya se evidenciaban diferencias entre las mutaciones somáticas que hay, por un lado, entre hombres y mujeres; y, por otro, entre fumadores y no fumadores. Y la respuesta que hemos encontrado es que sí, que estas diferencias existen», señala la investigadora.
Estos datos pueden contribuir a entender por qué los varones y los fumadores son más propensos a padecer cáncer de vejiga, señala. Y, además, dan pistas sobre, cómo se desarrolla el cáncer en un tejido previamente sano.
«Este tipo de estudios nos ayudan a entender cómo puede iniciarse un cáncer. Muchas investigaciones profundizan en intentar entender cómo tratar un tumor una vez que ya ha ocurrido, pero este se centra en la tapa interior, en los momentos previos a su desarrollo y puede contribuir a comprender mejor cómo podemos evitar que llegue a producirse», añade la científica.
El equipo ya trabaja en la implementación de esta estrategia en el estudio de otros tejidos y otros factores de riesgo.
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